Aragón esconde un sorprendente tesoro arquitectónico y cultural labrado durante siglos por la población musulmana tras la conquista cristiana
El 11 de diciembre de 1118, los almorávides capitularon y entregaron Zaragoza a las tropas cristianas de Alfonso I de Aragón. La conquista puso punto final a cuatro siglos de dominación islámica. Y la población nativa, de mayoría musulmana, se convirtió de facto en minoría bajo el nuevo orden católico. Ese hecho es capital para entender la cultura mudéjar. El vocablo viene del árabe mudayyan y significa “aquel al que se le permite quedarse”. Y así fue. La comunidad islámica se integró en la nueva estructura social, ahora como un grupo religioso sometido a la triunfante jerarquía de poder.
Los mudéjares mantuvieron su actividad económica y cultural bajo control cristiano. Y pronto se convirtieron en un valor inesperado. Los reyes cristianos quedaron deslumbrados por el arte islámico y la belleza de sus edificios y, en lugar de relegarlo en favor del estilo victorioso, adoptaron el lenguaje constructivo de los vencidos en un fenómeno histórico-artístico inaudito. El arte mudéjar emergió imparable como una tendencia artística y arquitectónica en todo Aragón y los maestros de obra musulmanes fueron reclamados gracias a su indiscutible talento artesanal.
El auge del estilo oriental en territorio cristiano alcanzó cotas sorprendentes. Tanto que los alarifes musulmanes no daban abasto y tuvieron que formar a especialistas cristianos. Lo que acabaría permitiendo la pervivencia del arte mudéjar durante siglos.
Se produce un proceso asombroso de transferencia cultural. La naciente realidad social cristiana necesita nuevos espacios constructivos para funcionalidades distintas y para ello utiliza el estilo islámico de los derrotados. Los alarifes se revalorizan. El arte andalusí, sus expresiones ornamentales, sus técnicas constructivas se reutilizan para levantar iglesias, erigir palacios, edificar hornos y remodelar inmuebles de todo tipo. La cultura mudéjar triunfa después de su derrota.
POBLACIÓN. Las cifras oficiales estiman en un 10% la población mudéjar en Aragón. Se trata, sin embargo, de censos tardíos elaborados a partir de finales del siglo XV. Otros estudios incrementan su demografía hasta casi el 20% de los habitantes aragoneses. Lo cierto es que entre el siglo XII y la conquista de Granada, la minoría islámica del Valle del Ebro goza de un estatus social y económico integrado, que le permite mantener sus actividades agrarias, comerciales y artesanales. Algunos grupos musulmanes, incluso, logran conectar con las élites monárquicas y eclesiásticas del momento.
Quienes encargan las nuevas edificaciones son los cristianos con poder adquisitivo. Y quienes las ejecutan son los alarifes musulmanes. El resultado arquitectónico, por tanto, no es el mismo. El mudéjar es un lenguaje flexible con capacidad de adaptación a las nuevas realidades espaciales. Los obispos encargan iglesias, catedrales o capillas funerarias a los maestros islámicos y toda esa arquitectura está supeditada a la función litúrgica cristiana. Lo mismo ocurre con los palacios. Son los señores cristianos quienes encomiendan su construcción a los expertos mudéjares, quienes deben amoldarse a los nuevos protocolos y funcionalidades del orden católico.
El palacio de la Aljafería, construido en Zaragoza como residencia de los reyes hudíes en la segunda mitad del siglo XI, es readaptado décadas después por los conquistadores cristianos. El reaprovechamiento de ese tipo de edificios no será inmediato. Los reyes cristianos de Aragón tardarán más de un siglo en empezar a acomodar la Aljafería al nuevo uso residencial.
TIERRA, YESO Y MADERA. El tipo de materiales utilizados también define el arte mudéjar. Hablamos de elementos vinculados al territorio. Lo que hoy entenderíamos como arquitectura sostenible. El primero de todos, la tierra. Y una manera de trabajarla diferencial. La principal y más duradera técnica era el ladrillo cocido, que requiere de un proceso largo y laborioso de fabricación. Contra lo que comúnmente se piensa, se trata de un material de altísima calidad.
La fabricación del ladrillo cocido exigía pericia. Y era un producto caro que no estaba al alcance de cualquier bolsillo. En Aragón, además, no hay mármol, aunque sí alabastro. Está perfectamente documentado que el coste del ladrillo cocido superaba al de la piedra de cantería. Pero ojo: es importante matizar que la técnica del ladrillo cocido no tiene nada que ver con la tierra cruda del adobe y el tapial. Son materiales constructivos bien diferentes.
De hecho, la arquitectura mudéjar ha sobrevivido durante 800 años y ha llegado hasta nosotros precisamente por la indiscutible calidad del ladrillo y su extraordinaria durabilidad. Su elaboración exigía capacitación profesional y surgieron los maestros rejoleros especializados en la confección de ladrillos aplantillados en diferentes moldes.
La cerámica vidriada es otro componente identificativo de la cultura mudéjar. Y es un tipo de cerámica de lujo privativa de las élites económicas. Se suele combinar con el ladrillo cocido en exteriores y también se usa en salones interiores de residencias propiedad de la alta sociedad. En el Aragón islámico del siglo XII ya se nombran los alfares de Calatayud y Zaragoza donde se fabricaba este tipo de cerámica refinada, según revela el viajero y geógrafo árabe al-Idrisi en 1154.
Otro de los materiales constructivos del arte mudéjar es el yeso. No se trata de un yeso convencional, sino del conocido como aljez, que imita el estuco de los grandes palacios islámicos. En Aragón, el aljez se obtiene tras someter a cocción el yeso o el alabastro a temperaturas de hasta 1.300 grados en hornos especiales. La piedra es machacada y reducida a polvo para elaborar morteros en un proceso complejo, que requiere de un alto conocimiento técnico. Se usa para desarrollar agramilados, yeserías y técnicas decorativas policromadas, que imitan los ornamentos de palacios refinados como la Alhambra.
Y, por último, la madera. Tiene una función constructiva y ornamental. Se emplea para elaborar cerramientos, andamios, cimbras, apuntalar bóvedas o cubrir todo tipo de espacios con las magníficas techumbres. Y los artesanos especializados en el tratamiento de la madera son conocidos como fusteros.
La tierra, el yeso y la madera son los tres elementos distintivos del arte mudéjar. Ahora bien: no todo lo mudéjar es ladrillo cocido, ni todo ladrillo cocido es mudéjar. Por lo demás, la tipología arquitectónica es muy variada. Desde la arquitectura civil a la religiosa, pasando por la protoindustrial, la hidráulica o la residencial.
300 MUESTRAS MUDÉJARES. Lo que ha llegado hasta nosotros es solo una parte de la ingente producción constructiva mudéjar. La mayoría de toda esa arquitectura mestiza ha ido desapareciendo con el paso de los siglos. Pero aún quedan más de 300 manifestaciones mudéjares de distinto signo a lo largo y ancho de todo el territorio aragonés. El 85% de ese tesoro artístico se concentra en la provincia de Zaragoza, aunque también quedan elementos sobresalientes en Teruel y Huesca.
La Unesco ha reconocido el arte mudéjar como Patrimonio Mundial. La primera distinción del organismo internacional la recibió el mudéjar de la ciudad de Teruel en 1986 y posteriormente, en 2001, se extendió al conjunto aragonés a través de seis edificios en las localidades de Zaragoza, Calatayud, Cervera de la Cañada y Tobed. La declaración de la Unesco supuso un espaldarazo decisivo que ha logrado consolidar una marca cultural con un enorme potencial en toda la comunidad.
El Valle del Ebro hasta la desembocadura es el foco artístico principal de la arquitectura mudéjar. Y Aragón es la única región con el distintivo Unesco de todo el mudéjar español. Otras zonas de la península también albergan manifestaciones mudéjares muy interesantes. Castilla y León, Toledo, Extremadura, Sevilla, Granada y Portugal cuentan con un tesoro artístico reseñable. También Centroamérica, algunas islas de ultramar y Sudamérica.
TERRITORIO MUDÉJAR es una red de pueblos aragoneses que se coordinan para poner en valor un patrimonio histórico-artístico rico y, en gran medida, desconocido. El proyecto arrancó en el año 2018 y agrupa, actualmente, a 48 ayuntamientos. Se trata de una entidad volcada en la gestión de recursos patrimoniales vinculada al desarrollo local.
Desde el punto de vista de la difusión, ha diseñado 14 rutas que conectan patrimonio, urbanismo, paisaje y economía local. Tanto los viajeros del conocimiento como aquellos que buscan simplemente un tiempo de descanso encuentran aquí una oportunidad diferenciada.
Se trata de rutas de divulgación con un calendario anual en fechas señaladas que también pueden reservarse a la carta. Están organizadas en cinco divisiones temáticas que acercan la comprensión del estilo a través de viajes por los pueblos. Son rutas a medida de pequeño formato para hasta seis personas, que incluyen visitas a los artesanos, conocimiento de las tradiciones, descubrimiento del fabuloso patrimonio mudéjar, restauración y comercio local. Las rutas son flexibles y se pueden combinar, conforme al interés del viajero. La web del proyecto (www.territoriomudejar.es) ofrece información detallada y cómodamente estructurada.
El arte mudéjar es un fenómeno cultural portentoso que nos remite a un universo mestizo que pervivió durante siglos en el medievo aragonés. Un cruce civilizatorio fecundo y bello. Una paradoja en el camino de la historia. El triunfo de los vencidos.
Aristóteles Moreno
Territorio Mudéjar
Rutas del Arte Mudéjar Aragonés